Fernando Richter

Los huertos de ocio. Una opción lúdica y saludable repleta de beneficios.

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«Si quieres ser feliz una hora, emborráchate. Si quieres ser feliz una semana, haz un viaje. Si quieres ser feliz toda tu vida, cultiva un huerto«
(Proverbio chino)

Cultivar una huerta durante el tiempo libre se ha convertido en una actividad de ocio cada vez más frecuente. Poco a poco, esta práctica se ha transformado en una opción lúdica y saludable para personas de todas las edades, para familias enteras y para asociaciones de todo tipo. En los últimos años, además, esta práctica no sólo se ha extendido ampliamente entre la población, sino que se ha desarrollado hacia nuevos espacios, nuevas formas y nuevos significados. Los huertos urbanos colonizan hoy solares abandonados, azoteas, y balcones por todas nuestras ciudades, sorprendiéndonos a la vuelta de casi cualquier esquina.

Existen numerosas clases de huertos de ocio, tanto públicos y privados, como comunitarios, individuales o familiares. En Bizkaia son cada vez más los municipios que cuentan con un parque de huertas lúdicas a disposición de sus habitantes. Amorebieta, Durango o Loiu, entre muchos otros, cuentan ya con proyectos puestos en marcha. Bilbao, por su parte, no tardará en implementar los primeros 23 huertos en el barrio de Rekalde, extendiendo posteriormente la iniciativa a otros distritos de la ciudad.

En apariencia, la actividad no se distingue demasiado de aquella que practican los agricultores de toda la vida. Algunas de las tareas en las que consiste son, por ejemplo, preparar la tierra, planificar el espacio, sembrar, atender los productos a medida que crecen… Sin embargo, prestando atención se pueden descubrir grandes diferencias, como el sentido que adquiere la cosecha, el disfrute de la propia actividad, la importancia que se da a las relaciones sociales que se generan, o los tiempos que se le dedican.

La agricultura lúdica, con su forma específica de cultivar y de vivir esta experiencia, conlleva una serie de beneficios realmente interesantes. Por medio de esta actividad se realiza de manera moderada un importante ejercicio físico, se establecen nuevas amistades y se amplían los lazos sociales, se cuida y se disfruta el medioambiente, se aprenden nuevas lecciones de manera diaria y, por supuesto, se obtienen alimentos frescos, saludables, limpios y de gran calidad.

Además de ello, entre los beneficios habituales de los huertos de ocio destaca uno que alude especialmente a las personas mayores. Se trata, según los propios agricultores, de una reconfortante sensación de recuperar tradiciones, maneras pretéritas y sensaciones pertenecientes a un pasado asociado con lo rural, con lo natural y con los pueblos de una infancia que queda en el recuerdo.

Fernando Richter
(Sociólogo)